14/10/07

CuEntO dEl 12 de OctuBrE II

Tres hombres semidesnudos aparecieron, llevaban palos en las manos, caminaron lentamente hacia los intrusos de su isla, sus rostros marcaban expresiones de asombro. Colon reacciono se puso al frente y vocifero;
- Somos enviados de los Reyes católicos traemos paz, amistad y cristiandad no queremos hacerles daño.
- ¡Embuste! resonó la voz de Martin que entre una especie de estornudo
A seguidas Vicente le metió un codazo bajo el ala que le saco todo el aire a Martin. Uno de los nativos entonces pronuncio;
- ¿Y por si acaso no trajeron desodorante? , poique diaablooo….
Alonzo tomo la palabra y dirigiéndose a los nativos
- Amigos míos llévennos a su pueblo donde podamos compartir nuestras tierras, digo sus tierras, comer y beber algo…
Los nativos los llevaron a su asentamiento, donde se armo un gran revuelo, al paso de los intrusos, los niños, las mujeres y los hombres comentaban con prisa la llegada de los extraños, y preparaban una gran fiesta para darles una gran bienvenida. Hicieron un gran sancocho por orden del Cacique y bailaron al compas de la música de Hatuey y su mambo violento, los intrusos aprendieron a mover la cintura y a bailar perrito, los nativos celebraron toda la noche y confiaron en los intrusos que no disimularon el furor de sus ojos furor para con las mujeres nativas. De la mente de Colon no salía el destello del oro depositado en el altar de los dioses, y en su mente labraba un plan maldito para quedarse con todo eso.
-Vamos a jugari un juego, dijo Colón haciéndole una seña rara con el ojo a Vicente.
Invito insistentemente al Cacique quien tras varias peticiones finalmente accedió.
-Esto se llama dominó, usted con juega con su frente y yo con el mío, es fácil yo le explico,

Ganaron una mano y adrede perdieron unas cuantas para que el jefe de la tribu tomase confianza en el juego. Empezaron a apostar cosas, Colon aposto desde sus barcos hasta sus zapatos y todo lo “perdió”, alabó al cacique de ser un gran jugador y le llevo hacia las naves para hacerle entrega de todo lo que le había ganado. El Cacique creyó en el intruso que creía su amigo llevo a sus escoltas, pero esto no fue suficiente la desgracia los había fichado. Ya en los navíos los hombres del cacique y el Cacique fueron encerrados y asesinados, antes de morir el Cacique elevo la vista al cielo que había transformado su color bendito en el color de la desgracia.

No hay comentarios: